La línea
está formada, todos juntos, codo con codo, forman una barrera humana. Sus armas
y escudos protectores la hacen infranqueable. Las órdenes vienen de arriba. Hay
que obedecerlas al pie de la letra.
“Implacables,
no mostrar signos de debilidad. A la mínima insinuación de ataque por parte de
ellas, arremeter sin miramientos. Nada
de sexo débil. Quieren igualdad, pues, que la tengan”
Enfrente una
marea también humana, la mayor parte de ella formada por mujeres. Mujeres de
todas las edades, de todas las clases sociales, de todas las inclinaciones
sexuales. Defienden el derecho al aborto, el derecho a disponer de su cuerpo
libremente.
En el centro
de la primera línea una de ellas suelta la mano de su compañera y levanta la suya bien alto, a la vez que con
el silbato da la orden de salida. Muy despacio comienzan a avanzar hacia el que
consideran el enemigo. Van todas de la mano, algunas con pancartas donde
defienden sus derechos.
Mar va la
tercera por la izquierda, en primera línea. Está asustada, es la primera vez
que participa en algo así, pero ya no podía aplazarlo más. Sus amigas han ido a
muchas manifestaciones y ella siempre ha echado mano de alguna excusa. No le
gusta la violencia, pero piensa que lo que piden es justo. Conoce a algunas
chicas que han sido violadas y después se han visto obligadas a tener un hijo
del monstruo que tanto daño les hizo.
Mientras se
va debatiendo en estos pensamientos, se van acercando a los policías que las esperan bien pertrechados
tras sus escudos, porras en mano, cascos y gafas bien colocados. Sergio también
es el tercero de la primera fila, pero de la derecha. Igual que Mar está
asustado, también es su primera actuación de este tipo. Pero hay entre ellos
una gran diferencia. Él no puede demostrar su miedo, él, como expresa la orden,
tiene que mostrarse implacable.
Cuando están
a unos pasos de distancia, casi frente a frente, la ve y quiere morirse. No
puede ser ella -piensa temblando-. Hace años que no se ven, pero sigue siendo
la misma, no ha cambiado en nada. Se conocen desde niños, siempre fueron buenos
amigos. Hasta que le confesó lo que sentía por ella. No pudo soportar su
rechazo y se marchó lejos. Que incongruencia del destino, encontrarla aquí.
La avalancha
femenina va enalteciéndose cada minuto que pasa. Comienzan los insultos. Mar no
puede con esto, se siente desfallecer por momentos. Pero ya no hay escapatoria,
está justo en el centro de la ola.
-¡Coraje!
-grita la chica que está a su lado y lanza el primer petardo que estalla a los
pies del enemigo.
-Hijas de
puta -grita el chico que está al lado de Sergio.
Y esto, es
como una señal para que ambos bandos arremetan el uno contra el otro. En
cuestión de segundos las barreras se deshacen y todos se mezclan. Entre golpes
e insultos por ambas partes, la calle se llena de grupos tirados en el suelo,
forcejeando los unos con los otros.
Mar no lo ha
reconocido, el casco, las gafas y el resto del uniforme, hacen que parezcan
todos iguales. Está tirada en el suelo dando patadas a todo el que se le acerca
y gritando como una energúmena.
-Vaya forma
estúpida de luchar por una causa -Le dice una voz gritando muy cerca de ella a
la vez que la suspende en el aire como si fuera una pluma. Sujetándola por
debajo del pecho tan férreamente que casi no la deja respirar, la lleva hasta
el furgón aparcado al fondo de la calle. Mientras tanto, ella patalea y grita
con furia: -suéltame capullo, que me sueltes te digo.
Él, que ha
visto el terror en sus ojos, la suelta diciéndole a la vez que se levanta las
gafas: -Claro que te voy a soltar pero en la comisaría-. Y mientras, va
colocando las esposas en sus muñecas.
Ella lo
reconoce enseguida y abre la boca de par en par por la sorpresa.
[….]
Están en la
cama de un precioso hotel, en Miami. Desde ella se escucha el rumor del mar y
se ven las olas estrellándose contra la orilla. Mar tiene las manos sujetas al
cabezal de la cama con las mismas esposas que Sergio colocó en sus muñecas
aquella tarde en la que volvieron a encontrarse. A los dos les gusta este tipo
de jueguecito, hoy las lleva ella, pero en ocasiones, es él el inmovilizado,
nunca imaginaron que sacarían tanto partido a dicho artilugio.
Ni siquiera
cuando alcanzan el orgasmo la suelta, sólo le da una pequeña tregua, y es que
nunca se cansará de ella. Enseguida comienza de nuevo con sus besos, sus
caricias y sus dulces palabras susurradas. Ella no lo cree posible pero sólo
pasan unos minutos y de nuevo esa tensión en sus entrañas que la hace arquear
las caderas hacia él en busca de más y
más.
Esta vez,
tras alcanzar juntos la cima, Sergio alarga la mano y suelta las de Mar.
Suavemente se las baja y con delicadeza
la gira, de forma que quedan encajados el uno en el otro, la espalda de ella
apoyada en su pecho. Mar, exhausta, lo deja hacer y él masajeando con ternura
sus entumecidos brazos sigue susurrando las más bellas palabras de amor,
mientras juntos se van sumergiendo en un placentero y reparador sueño.
Sergio es el
primero en despertar y besando sus hombros le pregunta:
-¿Qué te
parece si cenamos en la terraza viendo la puesta de sol?
-Mmm,
perfecto -dice ella girándose hacia él.
Una hora más
tarde los dos se deleitan ante la deliciosa cena que han pedido, no sin antes
dedicarse un brindis con el tinto de verano más exquisito que han probado en
sus vidas.
-Por el
reencuentro -le dice él mirándola con adoración.
-Por él
-responde ella -. Pero nunca te perdonaré que me llevaras a la comisaría.
-continúa haciendo un gracioso mohín.
-Tenía que
hacerlo cariño, era mi obligación. Además, si te hubiese dejado libre habrías
huido como alma que lleva el diablo, estabas aterrorizada. Y yo no habría
tenido ocasión de regalarte esas esposas
que tanto te gustan. -responde haciéndole un seductor guiño.
Amelia.
Noelia.
Noelia.
HISTORIA DEL
TINTO DE VERANO.
En principio conocido como “Vargas”.
En el primer tercio del siglo XX existía en el
distrito noroeste de Córdoba una popular venta, llamada Venta de Vargas por el
nombre de su dueño, Antonio Vargas del Morral, a la que acudían famosos
guitarristas y cantaores y en la que también había una escuela taurina. Los
cordobeses acudían a ella en las cálidas tardes y noches de verano a tomarse un
vaso de tinto con gaseosa, que pronto
empezó a conocerse con el nombre de la venta.
Otra teoría dice que el nombre de Vargas pudiera
provenir de la petición de un Valdepeñas con gaseosa, lo que acortando daría el
nombre de Val-gas que terminaría convirtiéndose en Vargas.
Amelia.
Vino de la cepa tuerta...Tú que te quieres colar....Y yo que te abro la puerta....Vengan a mi esos tintos de verano....Para beber a dos manos.
ResponderEliminarQué bonito Manuel, con rima y todo. Nada para beber como un buen tinto de verano. Es mi bebida favorita en verano y también en invierno.
ResponderEliminarOye, eres el amigo que nunca falla. Muchas gracias por comentar caballero!!!
¿¿¿Y aqui cuando se come????
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