Voy creciendo como persona, creciendo como mujer, tengo
claro lo que quiero.
Quiero tener un mañana.
Quiero ser libre, fuerte e independiente.
Lucho por ello, me esfuerzo cada día.
Sin embargo, de fondo una vocecita apenas audible, me
acompaña en la lucha reclamando su lugar.
La oigo cada vez más fuerte, más cerca. Aun así sigo
luchando.
Enhorabuena -me digo
a mi misma- lo he conseguido.
Tengo una formación adecuada
e infinitas posibilidades por delante.
Pero el eco apenas audible se ha convertido casi en un grito.
Un grito, fuerte y agudo.
Un grito con el que mi cuerpo dice que te quiere.
Y te quiere por
encima de todo lo demás.
Es tan claro el reclamo que te busco.
Te busco y te encuentro.
Y me absorbes, me atrapas… te apoderas de mi vida, de mi
corazón y de todo mi ser.
Todo queda en segundo
lugar, pero soy inmensamente feliz.
La batalla de verte y
sentirte crecer a la vez que realizo mi trabajo.